domingo, 26 de octubre de 2014

APOYAR A LOS HIJOS EN LOS ESTUDIOS



 APOYAR A LOS HIJOS EN LOS ESTUDIOS
 
 

Por fin, después de muchas peticiones y cavilaciones, nos decidimos a escribir sobre este tema que tanto apasiona a padres y madres y que tan poco nos gusta concretar en una receta. Esta vez nos hemos decidido porque vamos a basarnos en las conclusiones del encuentro de padres y madres del viernes 24 de octubre.

La base de nuestra reticencia a escribir sobre este tema es que no hay una receta universal: cada niño es diferente, cada familia y cada entorno son únicos y, lo que dificulta aún más el tema es que “apoyar a los hijos en los estudios” no significa lo mismo para todos los padres y madres que se plantean cómo hacerlo. Aquí tenéis algunas de las infinitas equivalencias y matices que tiene la meta de ese enunciado:

               Que mi hijo

                              Apruebe

                              Saque buenas notas

                              Sepa organizarse

                              Se esfuerce

                              Trabaje solo

                              Aprenda de formas distintas y sobre muchos temas

                              Mantenga su curiosidad

                              Sea disciplinado

                              Sea responsable

                              No deje todo para última hora

 

La cuestión es que, para llegar a una meta

1.      Hay que concretarla

 

2.      Hay que saber y tener en cuenta de dónde partimos

 


3.      Hay que planificar un camino que nos lleve de un punto a otro





4.      Desarrollarlo en el tiempo

 
5.      Y saber cómo evaluar si estamos acercándonos al objetivo





Para tener un poco más claro qué era eso del aprendizaje, de enfrentarse a una tarea y hacerlo en una situación grupal y cuáles podrían ser los sentimientos de nuestros hijos e hijas acerca del tema, hicimos un pequeño juego. Las conclusiones fueron que:

Nos influyen las experiencias previas de éxito o fracaso

Nos colocamos en situación competitiva (comparativa) y eso nos bloquea

Nos da miedo tener éxito por si eso hace que “nos suban el listón”

Sentimos curiosidad


Y deseo de experimentar el logro (éxito) por nosotros mismos sin que interfieran en nuestro proceso


Que nos influye lo que piensan los demás (o creemos que piensan) de nosotros o lo que nos han dicho que somos.


 

Con este punto de partida, y ya metidos en la situación emocional de nuestros hijos frente a sus tareas escolares nos preguntamos para qué y por qué era importante para nosotros que mejoraran su rendimiento y cuál podría ser el peso de nuestras expectativas y de las etiquetas con las que cargan en la escuela y en la familia.

Os invitamos a reservaros unos minutos de silencio e interiorización, serenad vuestra mente concentrándoos en la respiración y dejad que afloren imágenes de vuestros hijos (hacedlo una vez para cada hijo o hija) desde su concepción, o incluso antes: ¿cómo los imaginabais antes de que nacieran? ¿Cómo imaginabais su desarrollo? ¿qué os ha hecho sentir frustrados? ¿Cómo los describís cuando habláis con otros? ¿qué cosas disculpáis porque pensáis que están fuera de sus posibilidades? ¿Qué cosas no valoráis porque pensáis que sus capacidades son mayores? ¿cómo querríais que se portaran ahora? ¿cómo los imagináis dentro de 5 años? ¿y de diez? ¿y de 25?

Sobre el tema de las etiquetas con las que limitamos las posibilidades de los niños surgió el comentario de que “SI responden a una realidad”, y es casi cierto: normalmente decimos que nuestro hijo es despistado “porque” pierde las llaves, olvida los libros, etc… pero, al etiquetarle le cerramos las posibilidades de cambiar; ES despistado y, contra esa esencia, poco puede hacer así que se abandona más y más con lo que se hace cada vez más merecedor de la etiqueta y por tanto se identifica más con ella.

Qué distinto sería si todos considerásemos el error cómo fuente de aprendizaje y en vez de dar por sentado que si se equivocó una vez lo hará más veces buscáramos con él o ella la estrategia para evitar el error la próxima vez (llevar las llaves cogidas a la ropa, tener una lista de comprobación para la mochila…)

Y esto es lo primero que podemos hacer para apoyar a nuestros hijos: ayudarles a identificar y definir con claridad y concreción los problemas y a encontrar y definir estrategias para solucionarlos.

Por otra parte, habréis visto que, aunque no seamos conscientes, todos tenemos expectativas sobre nuestros hijos: que estudien una carrera, que sean buenas personas, que se casen o tengan pareja, que tengan niños, que tengan éxito en la vida, que ganen dinero… Es inevitable que generemos esas expectativas en mayor o menor grado; pero cuanto más claras son para nosotros mejor podemos evitar trasmitírselas a nuestros hijos como una imposición.

Así que, después de todo esto, os invitamos a clarificar y definir vuestros objetivos y a discutir las posibles estrategias de cambio CON vuestros hijos:

                              EL PROCESO:

1.      Identificar el problema

2.      Comunicar a nuestro hijo nuestros sentimientos acerca del problema de forma concisa

3.   Escuchar y reconocer los sentimientos de vuestro hijo

4.      Fijar un momento de común acuerdo para abordar el problema

5.      Anotar TODAS las soluciones que se os ocurran (mejor que empiece vuestro hijo. No es el momento de discutirlas ni de descartarlas)

6.      Discutir las soluciones

7.      Llegar a un acuerdo sobre cuál vais a poner en práctica

8.      Definir cómo, cuándo y quién va a hacer qué

9.      Fijar un plazo para evaluar los resultados

10.      Celebrarlo o repetir el proceso para cambiar de estrategia


¡Ánimo, os sorprenderá el resultado!
 

Para los que estáis más enfocados al tema de la organización y la planificación, en unos días colgaremos otra entrada sobre cómo hacer un horario de trabajo y cómo cumplirlo.

Para todos: el próximo encuentro de madres y padres será el viernes 14 de noviembre a las 18:00. No olvides inscribirte previamente enviándonos un correo.
 
 

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