El objetivo de la educación no es dar al
alumnado unos conocimientos cada vez más numerosos, sino crear en él un estado
interior y profundo, una especie de polaridad del alma, que le oriente en un
sentido definido no solo durante la infancia, sino para la vida entera.
DURKHEIM
Un año comenzamos la ESO y, sin saber muy bien cómo, otro día (han
trascurrido cuatro años como un suspiro) nos encontramos eligiendo nuestro
itinerario de estudios y con él, en gran parte, nuestro futuro profesional y
personal.
¿Cuándo es el momento de empezar y qué hemos de hacer para que esta
decisión no nos tome por sorpresa?
Los adultos trabajamos diez o más horas al día así que vale la pena elegir
una preparación que nos permita acceder a una profesión que nos guste y para la
que seamos competentes (y si además está bien pagada, mejor). De estar a gusto
en el trabajo depende en gran parte la felicidad.
Para poder tomar esta decisión con acierto hay que tener en cuenta varios
factores.
El primero y fundamental es saber cómo
soy, mis cualidades, valores, capacidades y destrezas, lo que se me da bien
y mal, mi estilo de comunicación, de aprendizaje (si aprendo mejor haciendo/observando/razonando),
de respuesta las situaciones (emocional/frio, activo/pasivo,
impulsivo/reflexivo…), si me gusta estar encerrado en una oficina o al aire
libre, trabajar solo o en equipo, mirar o participar, tomar responsabilidades o seguir instrucciones…
Lo segundo es saber qué cosas me
interesan, me gustan, me divierten… A los trece años todos tenemos ya
aficiones a las que dedicamos parte de nuestro tiempo libre; puede ser la
lectura o la pintura, los videojuegos o las mascotas, los sellos o el antiguo Egipto…
También vemos aspectos diferentes en las novelas o películas que compartimos
con los amigos, unos se fijan más en la acción, otros en las relaciones, otros
en los motivos profundos de las decisiones y otros en la estructura social. O
si vemos las noticias a unos les interesa más el futbol y a otros la economía o
los temas políticos. Es verdad que nuestros intereses se van ampliando a lo
largo de la vida pero también es verdad que casi siempre lo hacen a partir de
esos intereses nucleares de nuestra preadolescencia. Si alguna vez te has
imaginado de mayor como médico pero no te quedas mirando cuando curan una
herida a tu lado, a lo mejor no estás eligiendo lo que te hará más feliz.
Lo tercero es conocer las
posibilidades de estudios y profesiones. Cuantas más mejor. A veces nadie
de nuestro entorno desempeña la profesión que nos encaja y por eso no se nos ocurre.
Ampliad horizontes, preguntad a la gente a qué se dedica, qué hace en su
trabajo, qué satisfacciones les da… Y mirad las ofertas de empleo, las carreras
que ofertan las universidades, los programas de formación profesional… Yo tuve
que esperar a que inventaran mi carrera: “era” educadora social mucho antes de
que ese título existiera en la Universidad. Las estadísticas dicen que, en
general, la mayoría de las personas eligen sus estudios dentro del área de
trabajo de sus padres o familiares cercanos, ¿no creéis que puede ser por
desconocimiento de otras opciones?
Ahora, seguramente, ya sabrás lo que
quieres y habrá varias alternativas entre las que elegir. Este es el
momento de preguntarse: ¿qué puedo?
Lo que puedo depende tanto de las condiciones y requisitos externos (dónde
se estudia, cuánto cuesta, exámenes de acceso, notas de corte…) como de nuestra
voluntad y constancia (cuánto esfuerzo estoy dispuesto a hacer para superar los
obstáculos).
Para saber cuál es tu mejor camino puedes dibujarte un mapa y poner en la
línea de arriba los objetivos, las posibles profesiones que te gustarían.
Debajo los estudios que dan acceso a esa profesión, especialmente si son
"reguladas"(que solo se pueden ejercer con un titulo específico) como
la medicina, la arquitectura o el magisterio. Más abajo los requisitos para superarlos
(si son estudios de codos o prácticos, asignaturas que se te dan bien o mal…), más
abajo los requisitos de acceso, debajo los itinerarios desde los que se accede
(verás que siempre hay más de un camino). Debajo ponemos lo más importante, lo
qué tendrías que hacer tu (horas de trabajo, disposición mental, voluntad) y lo
que necesitarías como apoyo (clases particulares, material…) para alcanzar el
objetivo.
Puedes dibujarlo artísticamente representando lo que te resulta difícil como
montañas o vallas, los caminos cerrados (p.ej. si no apruebas las PAU no puedes
cursar estudios universitarios) como barreras, lo que te resulta fácil como
praderas o lagos…
Valora lo que te exige cada camino y lo que te ofrece y decide en
consecuencia.
Hasta aquí el proceso de decisión; y ahora volvemos a la pregunta ¿cuándo
empezar a decidir?
Si os habéis dado cuenta, decidir es un proceso. Comienza en nuestra
infancia, cuando vamos eligiendo y descartando aficiones e intereses, y no
termina nunca a lo largo de nuestra vida.
Ahora mismo, ya, estés en primero o en cuarto de la ESO, a punto de
enfrentarte a las PAU o al mercado laboral, es el momento de decidir, de
conocerte y reflexionar sobre tus elecciones, de cultivar con tenacidad tus
aficiones, de alimentar tu curiosidad, de interesarte por las profesiones de
las personas con las que coincidas… Así estarás preparado para diseñar tu mapa
y alcanzar tus metas.
¡Que elijas con acierto!